Andrés, Julio y Alfonso

jueves, 29 de julio de 2010

Víctor, los vencimos


Víctor y yo fuimos niños en la misma época y en las mismas aceras. Su madre vendía flores en la esquina de mi casa. Solíamos dar paseos en bicicleta. Escalábamos los barrancos, entonces desolados. Mirábamos el televisor por las noches. A Víctor le gustaba mucho "El Auto Fantástico". Su familia no tenía auto. Al terminar el programa, se iba con su madre. En realidad no sabía a dónde se iba. Cuando supe, qué pasaba con él y su familia, entendí por primera vez del desamparo. Crecimos. Víctor tuvo su primer hijo a los diecisiete yo, mientras tanto, me volví drogadicto. Luego lo dejé y estudié derecho. Víctor tuvo otros tres hijos y se hizo borracho. Me casé y tuve un hijo. Víctor llegó un día a la casa de mi suegra y le pidió prestado dinero en nombre mío. Tuve que pagarlo. No le volví a ver. Ahora que vivo lejos y soy fiscal, menos. Sólo supe de él dos veces; la primera, se me acercó borracho y con lágrimas a tratar de hacer memoria de cuando éramos niños. A mí me dio pereza. Él estaba ebrio y yo no, por eso. La segunda y última, fue este sábado, cuando lo encontré en una calle, luchando contra dos policías, idiotizado por el alcohol. La sirena encendida en la patrulla, alumbró su rostro cuando lo subieron a la parte trasera del camión, con las esposas puestas. A penas se sostenía. Recordé que un tiempo, Víctor tuvo un auto. Era un cacharro viejo, con el que hacía fletes. Pintó de negro la lámina oxidada. Le puso una sirena naranja, en el techo que no encendía. Víctor, durante un buen tiempo, tuvo su auto fantástico.

10 comentarios:

Miss Trudy dijo...

Debo aprender a no leer tus anécdotas tan temprano en la mañana. ¡Ya quedé deprimida para el resto del día! Muy bueno, ilumina claramente que el desamparo tiene efectos a largo plazo en los humanos y que no tenemos tanto libre albedrío como quisieramos creer que tenemos. Mucho de quien somos se formo en esos años en que un niño mira televisión en su casa, bajo techo, sintiéndose seguro y el otro después del programa probablemente va a vivir a una casa de cartulina donde quien sabe que privaciones y abusos vivirá, que le marcarán para siempre.

Prado dijo...

Gracias, eso mismo. Víctor sigue preso esta semana, no lo he visto. Demonios. Un abrazo.

Fabrizio Rivera dijo...

Genial!!

pobre Victor.

Alejandro Lopez dijo...

Muy bueno.

Anónimo dijo...

Como no lo conozco, ni a usted ni a Víctor, no puedo saber si su relato es realidad o ficción (aunque a juzgar por el comentario de Prado bien podría ser real). De cualquier modo es un relato hermoso. La belleza de las cosas, ¿verdad?, es una cuestión curiosa: triste, en este caso, lo que se cuenta, y feo el destino de Víctor; hermosa, sin embargo, su forma de contarlo.
Tiene, veo, buenos seguidores. Sus comentarios son acertados, con sentimiento, y no algunas patochadas que se encuentra uno en algunos blogs.
Un saludo.

Prado dijo...

Gracias, salud.

Estanislao Gargayo de la Frijolera dijo...

Hoy me estoy dedicando a poner al día blogs que los dueños parece que tenéis olvidados.
Por si vienes, feliz año.

Golfo dijo...

Cuando veo a los emndigos, los borrachos, los yonkis aparcando coches, los desposeídos en general, no puedo evitar preguntarme que pensaría el niño que fueron, que diría si alguien les hubiese revelado lo que iban a ser en el futuro. me imagino la de veces que cuando niños se cruzaron con un pobre infeliz tirado en la calle y lo vieron como algo enormemente ajeno, de un mundo aparte del que se sienten muy a salvo.
Y nos da una enorme rabia, a mi y al niño que de vez en cuando se menéa por mis entrañas.

susana dijo...

La infancia es una gran incertidumbre, colmada a veces de entrañables afectos, de abuso e indiferencia otros, de ambas cosas, en contadas oportunidades...
un relato que impresiona, una trama bien diseñada, sea ficción o realidad, causa empatía, y el final conmueve.
Me gustó mucho lo que hallé en tu blog, por ello decidi seguirte. Un abrazo!

Guillermo Altayrac dijo...

Muy buen post. Me recuerda a ciertas viviencias mías. A cierta gente que he conocido.
Esperemos que algún día Víctor se redima.
Saludos.