Andrés, Julio y Alfonso

domingo, 25 de julio de 2010

Los desalojados (epifanía)



Nunca falta la ocasión en la que no hay
a dónde ir ni dónde quedarse.
Quedan algunas temporadas
de habitaciones desordenadas
con sábanas frías
donde se inhalan olores que se pierden sin recuerdo.
Y seguir errando un tiempo más
convencido de que la libertad puede medirse
por el tamaño de la maleta en que guardamos nuestra vida.
Y aunque pueda decirse que el nomadismo es
un estilo de vida al que le sobra libertad
y le falta obligaciones
siempre puede decirse a los catecistas del trabajo
que yo guardo la misma revelación
en la última capa de la suela de zapato,
ya que para ambos, la fatiga
es la paz de los vacuos.

(Fotografía: Rosa Parks)

4 comentarios:

Mercedes dijo...

Debiendome la copa de vino eh!

- Queda pues en estas ocasiones la gracia de no ser desalojado del propio cuerpo-

Alejandro Lopez dijo...

La sangre sale corriendo del cuerpo, lo milagroso es que se desploma en la anchura de cierta mujer infinita. Un verdadero milagro este poema.

Alfonso Huerta dijo...

Gracias Meches y Alejandro. Meches, recordá que ahora tendrá que ser un octavo, un abrazo mi 7/8

susana dijo...

Me gusta tu decir. El vocabulario, el concepto, me gusta.